miércoles, 6 de enero de 2010

HISTORIA DE SAN ESTEBAN


HISTORIA DE SAN ESTEBAN:
¿QUÉ FABRICA EL HISTORIADOR CUANDO “HACE HISTORIA”?
A propósito del reciente lanzamiento del libro “Historia de San Esteban: 1740-1936”, de los historiadores Abel Cortez y Marcelo Mardones, recordaba la retórica frase del historiador francés Michel de Certeau: ¿Qué fabrica el historiador cuando “hace historia”?

Tras leer el libro, debo concluir que esta joven historia local de Chile se formula con un espíritu libre, con una voluntad indagadora sin límites, con imaginación e intuición, con la convicción de que es necesario y urgente recuperar la dimensión narrativa en la transmisión de la experiencia histórica.

Creo haber tenido el privilegio de asistir al lanzamiento de un libro necesario para comprender la historia rural del Valle del Aconcagua. Un privilegio doble, por cuanto estamos ante la consolidación de una dupla de historiadores de peso académico notable y especialmente, porque su libro debe ser uno de los más importantes de Historia Local escrito en nuestro país.

A título personal, como docente en el área de Historia, Geografía y Ciencias Sociales de un prestigioso establecimiento educacional de la Provincia de Los Andes, no puedo menos que comprometerme a que mis estudiantes lean este libro, pues “Historia de San Esteban: 1740-1936” es un texto que hace la magia de explicar con nitidez la Historia Social y Económica de una región clave en el desarrollo histórico nacional, como lo es aún el Valle del Aconcagua.

En Historia Contemporánea de Chile (Editorial LOM, 1999), los historiadores Julio Pinto y Gabriel Salazar plantean que “de todos los saberes transmitidos por la sociedad, el saber histórico es el que más necesita ser remodelado, por la urgencia que cada generación tiene de construir el presente desde el pasado y de producir su propia realidad social y cultural (su época) a partir del mundo que recibe como legado”. Este principio de la Nueva Historia lo recogen y aplican muy bien los historiadores Abel Cortez y Marcelo Mardones.

El libro “Historia de San Esteban: 1740-1936” es, además, un aporte a la enseñanza de la Historia: los educadores sabemos que en los jóvenes se da con mucha fuerza el no sentirse pertenecientes a una comunidad, a un país. No sólo por no participar de un Sistema Electoral si no por la tensión sicológica de saber que nos estamos integrando profundamente a una cultura internacional, a un modo de vida internacional, a un sistema económico devastador de fronteras, personas, valores, culturas, naciones e identidades. Esa bola de nieve cuesta abajo que es la globalización, que va tragando todo a su paso, homogenizando la cultura materialista del consumo, promoviendo la individualidad, mutando roles sociales, generando conflictos existenciales (en las personas y en la familia), poniendo en crisis los elementos que integran el Estado (territorio, nación, soberanía, orden jurídico), que trata de aplastar las legítimas reivindicaciones culturales y materiales de los pueblos indígenas. Entonces en este contexto, la “Historia de San Esteban: 1740-1936” ofrece a los jóvenes lo esencial para crear identidad con su entorno: le entrega sus raíces históricas.

Quienes amamos la diosa Clío, debemos agradecer a los historiadores Abel Cortez y Marcelo Mardones por reafirmar con fuerza los objetivos de la Historia. Gracias por hacernos comprender cómo era el mundo cuando éste era presente. Como lo dijo alguna vez Alain Touraine “…la Historia debe ser una ciencia que intente abarcar lo humano en su conjunto, de acuerdo con un objetivo trascendente, como es el de explicar el mundo real y enseñar a otros a verlo con ojos críticos, para ayudar a trasformarlo”.
* Este artículo también se ha publicado en Diario Electrónico Los Andes Online y Diario El Andino.
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